Infinity War: regreso a 2015
- Emma
- 10 abr 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 28 mar 2019

Lo que sucedió este fin de semana en Termas de Río Hondo bien podría formar parte del Universo Marvel. Desde la parrilla de salida, pasando por los verdaderos animadores de la competencia (Cal Crutchlow, Johann Zarco, Alex Rins y Jack Miller) y terminando con una penalización, la tercera en carrera, para Marc Márquez por tocar a Valentino Rossi y ocasionar su caída. Todo fue muy de película, guión quizas "robado" a Stan Lee y materializado brillantemente por la máxima categoría del motociclismo mundial. Aunque el final fue digno de una película de terror de baja calaña.
En necesario, como primera medida, poner cada cosa en su lugar y hacer el ejercicio de separar sucesos de antaño y no meter todo en una misma bolsa. Porque una cosa fue el toque de Rossi a Márquez en Sepang 2015, otra distinta la caída del italiano en Jerez 2011 arrastrando a Casey Stoner y una muy diferente lo sucedido en Termas, por nombrar dos situaciones que surgieron en forma de comparativa con ésta última. Una acción no justifica la otra y en cada una de ellas se emitió un juicio de valor para las acciones correspondientes, en este caso contra Rossi, pero eso no debe condicionar nuestra opinión ahora.
Dicho esto, ¿qué demonios Marc? ¿Era necesario hacerlo así? Márquez chocó contra una pared que venía esquivando a base de volantazos fascinantes: la realidad. Perdió completamente el juicio sabiéndose el mejor del fin de semana (así era) y queriendo demostrarlo, sin tener en cuenta que corre con otras personas, llámense Espargaró, Nakagami, Pedrosa o Rossi. Y, aunque se crea que no, en especial a Valentino: cuando tocó a Pedrosa, recién largaba; con Aleix y el japonés estaba en la cola del pelotón; pero con el italiano estaba 7° y era mucho más rápido. Pecó de poco inteligente, de novato, se dejó llevar. Si a esto le sumamos el historial entre ambos, la bomba estaba lista. Y explotó.
¿Qué demonios Vale? ¿Era necesario hacerlo así? Todos entendemos el enojo por la caída, lo mal que anda Yamaha, Zarco, el final del año pasado, 2015 (el año que nadie olvidará) y demás. E incluso, a pesar de Uccio, se comprende no querer hablar con Márquez luego de la competencia. Ahora, despacharse de la forma que lo hizo contra el español tiene dos víctimas: ambos. Porque está claro que tiene su visión de la cosas pero son por demás incomprobables, cosas como "te busca la pierna", "destroza el deporte" y alguna que otra barbaridad más que soltó. Siendo el piloto más veterano de la parrilla, se espera que algunos errores del pasado los evite. Y justamente eso no pasó, a pesar de toda la razón que podría tener.
El guión de esta película está servido. ¿La diferencia con 2015? Que el año recién empieza, que la grieta es cada vez más grande tanto dentro como fuera del paddock, que el posiblemente otrora "culpable" ahora es damnificado y viceversa. Con nuevos personajes secundarios (algunos no tanto) y con vestigios de lamentable objetividad en la prensa de cada país de origen, la guerra se repetirá en cada circuito y sólo queda apelar a la deportividad de cada uno de los protagonistas para que esto no pase a ser una carnicería. Porque siempre, más o menos, tanto Rossi como Márquez son los perdedores. Desde acá, rogamos que sea un éxito de taquilla y no otro largometraje "clase Z".
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