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El enigma Del Potro: ¿con o sin entrenador?

  • Foto del escritor: Emma
    Emma
  • 4 oct 2017
  • 3 Min. de lectura


Foto: ATP

En los deportes de élite existen las llamadas “rachas”, en donde un jugador o un equipo encuentran altos y bajos en el rendimiento. Pero éstos no surgen de la nada, sino que forman parte de un proceso en donde se busca potenciar virtudes y disminuir errores. Juan Martín Del Potro ha vivido dos años totalmente distintos: de la gloria de 2016 teñido de celeste y blanco a un 2017 con más grises que colores vivos. ¿Cuánto potencia la falta de un entrenador “full time” a la actualidad del tandilense? ¿Es realmente cierto que no ha rendido cuando no lo ha tenido?

Del Potro no cuenta con un coach fijo desde la época de Franco Davín, en donde se vio la mejor versión del argentino, conquistando el título en el US Open en 2009 y logrando su clasificación más destacada: 4°. Las operaciones de muñeca de Juan Martín, sumado a que Davín no podía acompañarlo lo suficiente durante esa época, motivaron la ruptura. Desde ahí, varios ha aportado su granito de arena desde el banquillo pero ninguno lo hizo en forma fija. Así, se ha visto, por ejemplo, a Daniel Orsanic, capitán argentino de Copa Davis, o a Daniel Vallverdú, actual entrenador de Grigor Dimitrov.

Para la gira asiática, el número 24 del ranking mundial ha vuelto a confiar en Sebastián Prieto, ex doblista argentino que llegó a ser 11° en la especialidad. Con él en el banquillo, Del Potro logró su mejor resultado en el año: semifinales del US Open, con victorias ante Dominic Thiem y Roger Federer incluidas. La derrota prematura en segunda ronda en Beijing esta semana no debería alterar los planes y Prieto repetiría en Shanghái, en donde Del Potro buscará reencontrarse con las buenas sensaciones logradas en septiembre.

El tenista argentino se ha mostrado reacio a la polémica por su coach: en el US Open 2016 declaró que “En Río 2016 estaba solo y salí a pegarle de todos lados y funcionó”. Esos Juegos Olímpicos, junto a la consagración de Argentina en Copa Davis, fueron lo más destacado de esa temporada para un Del Potro que, oficialmente, no tuvo entrenador en ese periodo. En el pasado, él mismo reconoció que no tener un equipo fijo es “dar ventaja”: “Formar un equipo de primera línea es uno de mis objetivos para el año que viene (por 2017), para al menos poder salir a pelear de igual a igual”.

Entonces: ¿entrenador sí o entrenador no? Del Potro ha demostrado que, centrado, es un jugador que puede rendir más allá de su banquillo. Cuando el argentino (se) tiene confianza, puede dar batacazos como la victoria al “invencible” Novak Djokovic de 2016 en Río. No obstante, cuando la autoestima no es la mejor o cuando, por ejemplo, los sorteos no acompañan (como sucedió en buena parte de este 2017), siempre es bueno tener personas capaces y que puedan solventar esos puntos reemplazandolos por estrategias, planes de juego y demás. Un apoyo. El cuál, claro está, no es fácil de obtener.

“Lo que más necesito es un buen equipo y buen entorno. Justamente me estoy tomando el tiempo para encontrar la gente que sea capaz de acompañarme, de la que pueda aprender. Y poco a poco lo estoy logrando”, comentó días atrás Juan Martín. El sentido del entrenador es cubrir aspectos en donde cuatro o seis ojos “miran” mejor que dos. Orientar y ayudar a explotar aspectos distintos u ocultos que potencien el juego y equilibren el sube y baja. ¿Puede influir la falta de un coach a Del Potro? Desde aquí, creemos que sí. ¿Puede jugar sin uno y destacarse? Nuevamente la respuesta es afirmativa. A las pruebas nos remitimos.

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